Carlos Lozano, director del semanario Voz |
Carlos Lozano, director del semanario de izquierda Voz y uno de los hombres que más cerca ha estado del proceso de paz desde sus inicios, ha dedicado estas últimas semanas a recopilar algunas intimidades de esos primeros acercamientos entre el Gobierno y las FARC, las cuales publicará en un libro que verá la luz antes de marzo.
En medio de esas remembranzas, Lozano reservó un espacio para dialogar con EL TIEMPO y darle sus puntos de vista sobre lo que se podría esperar de las negociaciones de La Habana en este 2015.
Dice, por ejemplo, que si se llega al final del conflicto, es claro que las FARC tienen que “dejar las armas” y no pueden hacer política con ellas, y que si este año hay acuerdo sobre víctimas, el proceso llegará a un punto “irreversible”.
¿Cómo va su libro sobre los diálogos de La Habana?
Bien. Quiero contar algunas cosas que no se conocen sobre cómo fueron los primeros acercamientos y espero publicarlo antes de marzo.
¿Cómo ve el momento actual del proceso de paz?
Lo veo en un buen punto, aunque todavía no en el momento de la irreversibilidad. Pienso que aún hay que cuidarlo mucho, y, por supuesto, pedir que tanto el Gobierno Nacional como la guerrilla de las FARC pongan todo su empeño para que sigan construyendo el camino de la paz estable y duradera. Creo que 2014 nos deja un buen saldo con todos los acuerdos parciales que se han logrado y que ya se conocen, y que estamos en un buen punto para arrancar el nuevo año. Hay razones para ser optimistas en que el 2015 va a ser el año de la paz.
¿Qué tanto afectó la confianza de las partes el secuestro del general Alzate y la suspensión de los diálogos?
Creo que fue un mal precedente. Fue negativo haber suspendido los diálogos por la situación trágica del general Alzate. Esa fue una decisión que se tomó bajo una enorme presión de la extrema derecha. Ese incidente tenía que resolverse, por supuesto, pero no sobre la base de poner en peligro el proceso de paz. Esto afectó la confianza y es lo que hay que tratar de reconstruir, pero pienso que con los resultados del año pasado hay razones para creer que empezamos el 2015 recobrando esa confianza perdida.
¿Este tipo de incidentes se debe separar del desarrollo de los diálogos?
Lo que creo es que llegó el momento de la tregua, del cese de fuego y hostilidades bilateral. Creo que las FARC han tomado la iniciativa con la declaratoria de una tregua unilateral e indefinida, lo cual es altamente positivo, pero que va a tener siempre un riesgo y es que la contraparte no ha hecho un gesto correspondiente y esto hace que ese cese al fuego unilateral sea frágil. Esto salvaría al proceso de estos ruidos de la guerra.
Hay quienes piensan que lo planteado por las FARC, de no atacar siempre y cuando no las ataquen, es tratar de llevar al Gobierno a un cese bilateral, ¿usted qué opina?
No creo que sea una presión, es sencillamente poner el punto donde es. Las FARC están diciendo que están dispuestas a un cese al fuego unilateral e indefinido, pero que también esperan que se les respete porque, si no, esto se convertiría –hay que decirlo así– en una ventaja para la Fuerza Pública desde el punto de vista militar.
¿Qué temas hay pendientes en el proceso para este año?
Básicamente son tres. Ya está prácticamente evacuada la parte de discusión sobre víctimas. Se escuchó a 60 de ellas, que si bien no representan a todo el universo de afectados por el conflicto, sí a un sector muy importante de este. Falta ahora la discusión para llegar a unos acuerdos en ese tema y creo que esto lo abordarán en enero.
¿Cuál es el segundo?
El asunto del fin del conflicto, que tiene una serie de elementos importantes como la dejación de armas, componente militar, garantías para la guerrilla y cómo se va a resolver el conflicto desde el punto de vista jurídico, porque este es un tema político y jurídico.
¿Y el tercero?
Finalmente quedaría el punto de cómo se van a refrendar e implementar los acuerdos, en el que hay diversas propuestas. Creo que llegando a un acuerdo en cuanto a las víctimas y lo que de ello se derivaría, se podría llegar al punto de la irreversibilidad.
¿Por qué es tan optimista?
Porque creo que este año es cuando se podrá arribar a los acuerdos sobre los puntos que faltan (víctimas, fin del conflicto y refrendación) y también sobre otros que aún están pendientes. Si hay acuerdo sobre estos temas, creo que el camino quedaría despejado para un pacto final, el cual no necesariamente se daría de aquí a octubre o noviembre del 2015, puede ser comenzando el 2016, no me atrevo a hablar de tiempos, pero sí creo que este año será decisivo.
¿Debe haber dejación o entrega de armas por parte de las FARC?
En ese tema hay algo de fondo. El Gobierno y las FARC firmaron –en el acuerdo de La Habana– acoger el concepto de dejación de armas. La entrega de armas significa la derrota de quien las está entregando, la claudicación, y creo que ese no fue el sentido del diálogo de Cuba. El propio Gobierno habló desde un principio de una paz digna y con respeto: digna para la guerrilla y para el Estado; habló también de que no hubiera ningún tipo de ventaja para ninguna de las partes y por eso se escogió el concepto de dejación de armas, que implica que las FARC no las van a mantener ni que seguirán actuando en política, después de firmada la paz, con ellas en las manos.
¿Y qué opciones hay para la dejación de las armas?
Eso lo deben decidir las partes, qué camino van a coger las armas, si se van a botar al mar, si se van a entregar a un tercer país, si se van a fundir, en fin; son las partes las que van a convenir, a concertar qué hacer con las armas una vez se firme el fin del conflicto, pero es evidente que estas tienen que desaparecer una vez haya un acuerdo de paz estable y duradera.
‘Presencia de ‘Gómez’ imprimirá peso al proceso’
¿Qué opinión tiene de la llegada de ‘Joaquín Gómez’ a La Habana?
Es muy importante por lo que él significa en las FARC. Es uno de sus comandantes más veteranos y jugó un papel muy destacado en los diálogos de El Caguán. Creo que su presencia le imprime peso y dinamismo al proceso, como la de otros miembros del secretariado. Además creo que de una vez por todas quedan desvirtuados los rumores de ciertos analistas en el sentido de que ‘Joaquín Gómez’ era el gran enemigo de los diálogos y que estaba en rebeldía. Ya hoy ‘Joaquín Gómez’ es un protagonista de los diálogos, revela que hay cohesión en las FARC y que todos están comprometidos. Eso tiene que darle confianza y seguridad al país, en el sentido de que los acuerdos a los que se llegue en Cuba van a ser cumplidos por la absoluta mayoría de esa guerrilla.
¿‘Joaquín Gómez’ puede significar el acercamiento al proceso de un ala de las FARC que estaría relacionada con el narcotráfico?
Esa es otra fábula, lo de las FARC narcotraficante y cartel. Los propios voceros de la guerrilla han explicado este asunto y su vínculo con este tema. Lo que ha ocurrido es que por causa de que ese fenómeno ha sido una realidad en las zonas en donde están las FARC, ellos intervinieron para cobrar un impuesto y dar unos permisos, y que ese dinero les sirva para su sostenimiento. No voy a entrar a calificar si eso está bien o está mal, pero lo que sí quiero que quede claro es que desde mi punto de vista hay que dejar de insistir en que las FARC son narcotraficantes, hasta el punto de que el propio Gobierno ha dicho que está estudiando la posibilidad de que esto se considere un delito conexo con el delito político, a la rebelión, que creo que es lo más pertinente.
Con la llegada de ‘Joaquín Gómez’ todo el secretariado ha pasado por allá, ¿qué opinión le merece ese hecho?
Esto significa que todo el secretariado de las FARC está comprometido con la paz, que la decisión de adelantar el diálogo fue tomada por toda esa instancia y, de algún manera, fue el mejor homenaje que le hicieron a ‘Alfonso Cano’, quien inició esos primeros contactos con el Gobierno en secreto, y que, a pesar de su muerte, sus herederos en la dirección de esta organización mantuvieron esa política.
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