viernes, 5 de septiembre de 2014

Ecuador: Habrá Correa para rato

En construcción la sede de Unasur en la mitad del mundo, en Ecuador, será entregada en el mes de diciembre. Foto C.L
Por: Carlos A. Lozano Guillén

Hasta hace unos años la vecina y hermana República de Ecuador era conocida en el mundo por la desigualdad y el atraso social, así como por la inestabilidad política. Gobernantes corruptos caían, uno a uno, rechazados por la desafiante ira popular. Miles y miles de ecuatorianos salían del país en desplazamiento social forzado, buscando la subsistencia que no tenían en su propia patria. Deambulaban por Europa como parias sin tierra, buscando un mejor horizonte, negado en el país que los vio nacer, apropiado por zánganos de la oligarquía criolla, que gobernaban en beneficio propio, del gran capital y sometidos al imperialismo de Estados Unidos, que tenía una base militar en la isla de Manta.



Pero como en la célebre canción de Carlos Puebla, llegó Rafael Correa y mandó a parar. Con la primera victoria de Alianza País, coalición política y social de origen popular, se dio inicio a la Revolución Ciudadana, conducida por el presidente Correa, ya en segundo periodo, que significa una real transformación política, social, económica y ambiental que está cambiando de raíz a la antes deprimida nación ecuatoriana.


El pueblo comenzó a reconocerse en el legado patriótico bolivariano y alfarista y en tantas luchas que libraron los indígenas, los campesinos y los trabajadores, para trazar una nueva realidad en favor de la democracia y del bienestar social. Hubo frustraciones como la de Lucio Gutiérrez, pero llegó Correa y, con un movimiento pedagógico y de movilización popular, la Revolución Ciudadana inició un proceso de cambios que hoy reconocen hasta sus adversarios en el país y en el exterior. Ecuador tiene ahora autoridad en el concierto mundial y Rafael Correa es uno de los gobernantes más conocidos y con prestigio de América Latina.


Mandatario carismático


Lo más importante es que el carismático mandatario cuenta con el cariño de su pueblo. En las calles todos los ciudadanos de a pie hablan bien de él, porque “puso a pagar impuestos a los oligarcas” y son evidentes los cambios en la salud, la educación, la vivienda y la justicia social. Ecuador es uno de los países con mayor estabilidad económica en el continente y con cifras significativas en la disminución de la pobreza y el desempleo. Los sectores de menor ingreso están agradecidos porque son el objetivo principal de los planes sociales y los beneficiarios de subsidios y apoyos reales que disminuyen la brecha entre ricos y pobres. Existe, por ejemplo, un plan de estímulos e incentivos para el retorno de los miles de desplazados de las décadas pasadas.


El Palacio presidencial de Carondelet es el centro de visitas de propios y extranjeros, abierto al público desde 2007 por el presidente Rafael Correa, quien “decide abrir sus puertas para visitas guiadas, donde los turistas podrán conocer los salones principales que posee el edificio y llevarse una fotografía de recuerdo que dice: El Palacio de Carondelet ya es de todos”.


El ingreso es sin molestias, cumpliendo rigurosos horarios y turnos sin tráfico de influencias, para que “sea más democrático”. La sede presidencial es de cara al pueblo. Todo el mundo pasa por sus calles, no hay cierre de vías y el acceso es fácil, nada igual al aislamiento antipático de la Casa de Nariño en Bogotá, vigilada por los militares, con cercas a su alrededor y calles cerradas que hacen difícil la movilidad.
Logros de la Revolución Ciudadana


La Revolución Ciudadana es ética, política, social, económica y ambiental. El pueblo está orgulloso de su país. Muy pocos quieren irse, tienen esperanza y optimismo en que superarán en definitiva las dificultades que les impuso una clase oligárquica entregada a los designios de Washington. Nadie quiere vuelta atrás. Solo los capitalistas, aupados desde el Norte y la “gran prensa” a la que Correa se ha enfrentado con dignidad para no dejar atropellar a su pueblo y a la revolución. “Habrá Correa para rato”, dicen los ciudadanos en las calles.


Con la anuencia del gobierno, el Fondo Monetario Internacional realizó hace pocas semanas un riguroso balance de la economía nacional. Los resultados no tienen sombra de manipulación, nadie ignora los enfrentamientos de Rafael Correa con la institución financiera capitalista y neoliberal que dirige la economía mundial, responsable de tantas tragedias en los países del llamado Tercer Mundo.


El FMI destaca la estabilidad macroeconómica con enormes repercusiones sociales; así como la disminución de la pobreza y el avance en los indicadores sociales de la población. El crecimiento económico es del 4,5% con la característica de que beneficia a los sectores populares en la mejor distribución de la riqueza y del ingreso; la inflación es del 2,7% y el desempleo apenas del 4,7%, aunque es evidente que hay un alto subempleo.


Sin embargo, en Quito no se ve la misma miseria y la mendicidad de otras grandes urbes latinoamericanas, incluyendo a Bogotá. Las vías de comunicación, en perfecto estado, son envidiables, nada que ver con los Nule y bandidos que se lucran de los contratos públicos en desmedro del interés social como en Colombia.


Como era de esperar, las recomendaciones del FMI son las de fortalecer la inversión privada y extranjera, en la línea del libre mercado neoliberal. Precisamente contra esas políticas tradicionales en favor de los privilegios de la oligarquía y de las transnacionales es que choca la política social de la Revolución Ciudadana, que se sustenta en el Plan Nacional del Buen Vivir, definida como estructura medular de la ideología política y económica.
La revolución ambiental.


Ecuador es pionera en una nueva política ambiental de protección de la naturaleza (la fauna y la flora), con decisiones audaces y enérgicas que no tienen consideración con los depredadores, capitalistas y transnacionales, que en todas partes la colocan en función de sus negocios e intereses mezquinos.


En el país se respira un nuevo interés por las normas ambientales, acatadas sin resistencia. Son palpables en Galápagos, conjunto de 13 islas y más de cien islotes, con ocho mil kilómetros cuadrados de superficie y a 1.200 kilómetros del continente. Son patrimonio de la humanidad. Estuvieron ocupadas por los gringos entre 1941 y 1942, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Ecuador enfrentó un conflicto con Perú. En Baltra fue instalada la más importante base naval y aérea en el Pacífico sur.



En las Islas Galápagos la Revolución Ciudadana puso por delante a la sociedad y a la humanidad y cerró las puertas para cualquier iniciativa que ponga en peligro la riqueza ecológica que se encuentra en su territorio. Todo está bajo la exclusiva iniciativa del Estado y con rigurosas medidas de control. Allí no se construyen hoteles de grandes cadenas ni casas de oligarcas en el Parque Nacional de Galápagos que abarca el 97% del territorio de las islas. El uso de las playas está reglamentado. No en todas pueden bañarse los turistas porque en ellas hay diversas especies de animales que están en su propio hábitat. De alguna manera interactúan con las personas, como lo explican los guías.


Ecuador es un ejemplo en el continente. Una revolución profunda, que dignifica a sus hombres y mujeres que tienen el 35% de la participación en el Gobierno y en el parlamento y una destacada presencia en la función pública. Son protagonistas con los hombres de los cambios democráticos y sociales.

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